Escuela de Oración
  • Canto: Deja la tierra en que habitas
  • Salmo 24
  • Canto: Sólo con tu amor, Señor.
  • Noticia: Experiencia en Marruecos
  • Canto: OH pobreza.
  • Evangelio: Lc 10, 38-42
  • Canto: Benedictus qui venit."/> Grupo de San Francisco :: Oración Comunitaria de 29/07/2004
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    Etiquetas: oración del jueves

    Oración Comunitaria de 29/07/2004

  • Escuela de Oración

    • Una decisión necesaria

    87.- No hemos de engañarnos. Esa oración (que no nos transforma, en la que nuestra vida transcurre sin escuchar de verdad las llamadas de Dios) no es “el trato con Dios” del que habla Santa Teresa de Ávila; esa vida no es seguimiento gozoso de Cristo. Hemos de tomar una decisión. El camino acertado no es recortar la oración, reducirla aún más e incluso eliminarla. Según Santa Teresa, sería “el más terrible engaño”, pues “dejar la oración es perder el camino”. Lo que puede transformar nuestra vida es reavivar nuestra oración, aprender a rezar bien incluso desde nuestras incoherencias, confiando en la misericordia de Dios y en la acción de su Espíritu.

    La oración, experiencia de amistad

    89.- Por mucho que multipliquemos oraciones y rezos, nuestra oración permanece bloqueada si no es expresión y fuente de una amistad con Dios. Orar, en definitiva, es amar a Dios y sabernos amados por Él.

  • Canto: Deja la tierra en que habitas
  • Salmo 24

    A ti, Señor, levanto mi alma;
    Dios mío, en ti confío
    no quede yo defraudado,
    que no triunfen de mí mis enemigos,
    pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
    mientras que el fracaso malogra a los traidores.

    Señor, enséñame tus caminos,
    instrúyeme en tus sendas:
    haz que camine con lealtad;
    enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
    y todo el día te estoy esperando.

    Recuerda, Señor, que tu ternura
    y tu misericordia son eternas;
    no te acuerdes de los pecados
    ni de las maldades de mi juventud;
    acuérdate de mí con misericordia,
    por tu bondad, Señor.

    El Señor es bueno y es recto,
    y enseña el camino a los pecadores;
    hace caminar a los humildes con rectitud,
    enseña su camino a los humildes.

    Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
    para los que guardan su alianza y sus mandatos.
    Por el honor de tu nombre, Señor,
    perdona mis culpas, que son muchas.

    ¿Hay alguien que tema al Señor
    El le enseñará el camino escogido:
    su alma vivirá feliz,
    su descendencia poseerá la tierra.

    El Señor se confía con sus fieles,
    y les da a conocer su alianza.
    Tengo los ojos puestos en el Señor,
    porque El saca mis pies de la red.

    Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
    que estoy solo y afligido.
    Ensancha mi corazón oprimido
    y sácame de mis tribulaciones.

    Mira mis trabajos y mis penas
    y perdona todos mis pecados;
    mira cuántos son mis enemigos,
    que me detestan con odio cruel.

    Guarda mi vida y líbrame,
    no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
    La inocencia y la rectitud me protegerán,
    porque espero en ti.

    Salva, oh Dios, a Israel
    de todos sus peligros.

  • Canto: Sólo con tu amor, Señor.

  • Noticia: Experiencia en Marruecos

    Ya que el que tarde se levanta, todo el día trota, comenzamos nuestro viaje a las cuatro de la mañana. Cargados los coches con todo nuestro bagaje de ropita, alimentos, ilusión, esperanza, nos pusimos en camino hacia Algeciras.
    Una vez en el puerto, embarcamos y vimos amanecer sobre el agua azul del Mediterráneo. Agua que habla de la comunicación entre distintos pueblos, del intercambio de culturas y de dioses; pero también es la misma agua que se traga a infinidad de hombres, mujeres y niños que buscan lo que creen una vida mejor.

    A lo largo de nuestro viaje de Tánger a Rabat descubrimos que era cierto éso que oímos sobre “una tierra de contrastes”. Cientos de antenas parabólicas pueblan los tejados de las más míseras casas y chabolas (bindon ville) de Marruecos. La televisión vía satélite vende un paraíso de consumo y bienestar. Muestra cómo los habitantes de los países “ricos” se afanan en trabajar día y noche para tener una casa más grande, un coche más potente, una tecnología punta, porque en todas esas cosas han puesto su felicidad.
    Pero, ay, Marta, Marta, si nos empeñamos en llenar nuestra vida de cosas, ¿no será que nos da miedo enfrentarnos a nosotros mismos sin máscara? ¿Llenamos de cosas nuestros vacíos y nuestras soledades?

    Tanto correr para obtener resultados y ser eficaces nos priva, muy a menudo del encuentro con el otro, del cuidado de la familia, de la atención de los ancianos y los niños, del acoger al huésped con la generosidad del que ofrece lo que es y lo que tiene, sencillamente.
    El mundo árabe, los marroquíes, guardan la sabiduría del pueblo viejo que conoce lo “esencial”. Que sabe elegir la mejor parte y contempla el rostro de las personas sin miedo a perder el tiempo, sin preocuparse por lo que habrá de traer el mañana. Quizá no coincidan con nuestra cultura occidental en lo intelectual, ni en la higiene, ni en la rapidez; pero rebosa una humanidad que se contagia al “estar”, al compartir, al dedicar tiempo. Sí, salimos de nuestra tierra. Fuimos enviados por nuestra comunidad a vivir una experiencia y la experiencia nos desbordó. Llegamos desde un mundo desarrollado queriendo realizar un trabajo metódico, eficaz y perfecto con los niños de la Maternité y descubrimos que todas sus necesidades ya estaban cubiertas. Lo único que necesitaban era juegos, caricias y abrazos; y que nuestro campo de trabajo no se reducía a los niños, sino también a acompañar a los padres que están en Marruecos esperando llevarse a sus hijos adoptivos; sentirnos acogidos por el personal del centro, cuidadoras y voluntarios; intentar superar las barreras del idioma y de la cultura para colaborar en una tarea común.
    Vinimos como ricos a un país pobre; descubrimos la pobreza de nuestra riqueza y cómo ser rico siendo pobre. Una realidad que transmiten todos y cada uno de los hermanos de la fraternidad franciscana de Rabat, de Meknés, Marrakesh y Casablanca que nos reciben como somos, nos acompañan en nuestro crecimiento y nos lanzan el desafío de sus propias vidas entregadas, por amor, al Amor.
    Asumimos nuestra misión sabiendo que la misión del cristiano siempre es como la de María: Llenarse de Cristo para compartirlo.
    A todos los que todo el año oramos juntos: Paz y Bien.

  • Canto: OH pobreza.

  • Evangelio: Lc 10, 38-42

    Siguiendo su camino, entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Mientras tanto Marta estaba absorbida por los muchos quehaceres de la casa. A cierto punto Marta se acercó a Jesús y le dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude."
    Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada."

  • Canto: Benedictus qui venit