Oración Comunitaria 18/12/2003
Desde la vida real
35.-La oración del creyente brota de la misma vida. Su contenido es la misma existencia vivida día a día. No hay que hacer grandes elucubraciones para dirigirse a Dios. Basta presentarnos ante él con nuestro ser. Todo lo que es parte de nuestra vida puede ser punto de partida de una oración de súplica, de acción de gracias, alabanza, queja o petición de perdón (véase Catecismo de la Iglesia católica nn. 2626-2643)
De la necesidad a la comunión
36.-Cuando se siente necesitado, el ser humano grita y su grito se hace llamada. No nos bastamos a nosotros mismos y buscamos la ayuda de alguien que nos pueda responder. Pero el hombre no necesita sólo soluciones para sus diversos problemas. En el fondo de su ser y detrás de esas necesidades se abre un vacío que nada ni nadie puede llenar. El hombre necesita salvación. Es entonces cuando el grito humano se hace súplica a Dios: Desde lo hondo a ti grito, Señor: escucha mi voz(Sal 130 (129), 1.
El creyente no hace de esta oración un instrumento mágico para ir satisfaciendo sus necesidades de forma más fácil. Su oración es expresión de su confianza total en Dios como último Salvador. El Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación (Sal 118 (117), 14). Poco a poco, su oración se hace confianza y comunión con Dios. Sus peticiones no se centran tanto en las cosas que necesita cuanto en ese Dios que acompaña siempre. Su corazón tiende hacia Dios por sí mismo y busca, en medio de las necesidades, su presencia callada y amistosa. Pedimos a Dios lo que necesitamos, pero nuestra oración es un confiado dejar hacer a Dios en cuyas manos está nuestra salvación.
Ya no será el sol tu luz en el día, ni te alumbrará la claridad de la luna, será el Señor tu luz perpetua, y tu Dios será tu resplandor.
Tu sol ya no se pondrá, ni menguará tu luna; porque el Señor será por luz perpetua, y se habrán cumplido tus días de luto . En tu pueblo, todos serán justos, y poseerán la tierra por siempre; es el brote que yo he plantado, la obra de mis manos, para gloria mia.
El pequeño crecerá hasta mil, el menor se hará un pueblo numeroso. Yo soy el Señor y a su tiempo haré que esto sea cumplido.
El descenso de las vocaciones sacerdotales en la provincia de Granada es manifiesto. De hecho, el Seminario Mayor de San Cecilio registró este año el ingreso de un solo estudiante del primer curso de Teología. En tercero también hay un solo seminarista. Según explicó en rector del centro, Gerardo Martínez, esta circunstancia no se había producido en los últimos 30 años. Actualmente, el Seminario Mayor cuenta con 23 seminaristas, de los cuales 10 se encuentran estudiando en los dos últimos cursos (sexto y séptimo) por lo que, de no producirse nuevas admisiones en el futuro, el número de estos se verá reducido a la mitad en los próximos 2 años. Según el rector, este descenso puede deberse en gran medida al ámbito que rodea a los jóvenes. A muchos chavales les cuesta dar el paso de ingresar en el seminario porque esa decisión no es muy aceptada en su entorno. Además, otra de las causas que pueden afectar es el retraso en la edad de ordenación. El rector comparó este hecho con las bodas, pues los jóvenes cada vez esperan más tiempo para contraer matrimonio
El Seminario Mayor de San Torcuato de Guadix también ha visto como el número de futuros sacerdotes ha descendido en los últimos años considerablemente. Actualmente cuenta con 5 alumnos, justo la mitad que el año pasado, cuando se ordenaron cuatro de ellos. Según su rector, Julio Cabezas, las causas de este descenso se deben , entre otras razones, al proceso acelerado y envolvente de secularización que vive la sociedad. A pesar de que afirma estar preocupado por la situación, también se muestra esperanzado: Creo y confío en los jóvenes, en su generosidad y en su capacidad de respuesta, afirmó.
La media de edad de los sacerdotes que desarrollan su labor en la provincia, tanto en la Diócesis de Granada, como en la de Guadix-Baza es muy elevada. En el primer caso, los 471 sacerdotes tienen una media de edad de 61 años, mientras que en el segundo la media de edad de sus 75 sacerdotes roza los 54 años. Además, es habitual encontrar presbíteros que se ocupan de las parroquias de varias localidades a la vez.
Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?» En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;