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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 15/11/2012

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Muchas de las tribulaciones que afectan la vida del hombre de hoy las podemos encontrar reflejadas también en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

En el libro del Éxodo, Moisés se presenta ante Dios para elevar su súplica en nombre del pueblo, y Dios siempre escucha la oración y obra en su favor para ir conduciendo a los israelitas hacia la tierra prometida.

También cada uno tenemos nuestro buen recuerdo de un tiempo pasado o de un lugar ya superado, y recordamos lo bueno, no las dificultades ni las angustias que aquellos momentos también llevaban consigo, y nos quejamos del hoy que nos hace sufrir por la incertidumbre que cada momento presente lleva consigo.

En el desierto, el pueblo tiene hambre y Dios le da el maná, una comida desconocida, de la que podrán saciarse cada día, pero cada uno sólo podrá recoger aquello que necesita para un día, sin acumular, porque aquello que se pretende guardar, se echa a perder.

Quizás también nosotros desconfiamos muchas veces de Dios, y también buscamos guardar aquello que podrá saciar nuestra hambre, o nos ayudará a solucionar las dificultades, guardamos por si la promesa no se cumpliera, por si el Señor nos fallara, como si su amor pudiera ser solo para un día, cuando verdaderamente experimentamos en todo momento su amor y su bendición.

Con Francisco, comenzamos diciendo: Oh alto y glorioso Dios…

Salmo: 111

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad.

El malvado, al verlo, se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
La ambición del malvado fracasará.

Noticia: El desahucio.

UNO se puede quedar sin trabajo. Y es muy duro a medida que pasan los meses y más si tienes una familia que alimentar. Te puedes ver en la situación de tener que acudir a un comedor social. Y puede ser vergonzoso pero se sobrevive. Pero dejar a una familia en la calle es, posiblemente, lo más fuerte que le puede suceder a alguien. Porque puede ser el principio de la desintegración de la familia y de la desesperanza de poder, algún día, salir adelante por tus propios medios. La calle es muy dura y salir de ahí es mucho más difícil. Siempre se han dado casos de ruina por inversiones fallidas. Son casos aislados. Pero cuando la práctica del desahucio y posterior desalojo de la vivienda se generaliza, estamos ante un problema estructural. En este caso sobrevenido por la crisis económica y el paro tan elevado y prolongado que padecemos.

Es posible que, como ha señalado un dictamen de la Unión Europea, la ley hipotecaria española sea abusiva. Y más después de la reforma introducida por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero sobre el desahucio express. Si hace años, con frecuencia, había inquilinos que abusaban de la ley de renta antigua — que pagaban poca renta de alquiler y si no pagaban, no pasaba nada—, ahora sucede lo contrario. Al tercer impago te pueden pedir la orden de desahucio, es decir, fin del contrato por incumplimiento del mismo. En nuestro ordenamiento jurídico, la orden judicial de desahucio lleva consigo el desalojo. Técnicamente, al desalojo físico de la casa se le denomina lanzamiento, cuando el propietario, acompañado de una persona del juzgado —con la correspondiente orden— y el cerrajero, toman posesión de la vivienda.

Sin duda, hay que estudiar caso por caso. Pues lo mismo que nos encontramos con situaciones de necesidad real, los hay también de picaresca. Pero parecería lógico que —ante un problema estructural— pudiera darse una solución. Para empezar por una cuestión de dignidad. Y para continuar, porque hay más de un millón de viviendas vacías en España. Otra cuestión es considerar que si una persona ha pagado, por ejemplo, el 70 por ciento de su casa, es dueño de ese 70 por ciento y no tendría que quedarse sin nada si no puede seguir haciendo frente a los pagos. Habría que renegociar. Es dura esta ley de créditos hipotecarios. Y aunque, posiblemente, mi exposición tenga fallos técnicos, es muy clara en los principios. Imagino que los defensores de la ley a ultranza se darán cuenta de que no siempre coincide la ley con lo que es moralmente correcto. Por desgracia sigue vivo el dicho de «quien hace la ley hace la trampa». Y celebro que, por fin, PP y PSOE se pongan de acuerdo en algo: intentar ser justos en las condiciones y aplicaciones de los contratos hipotecarios.

Evangelio: Lc. 19, 1-10.

Entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió mas adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: “Zaqueo, baja enseguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Pero Zaqueo se puso en pié y dijo al Señor: “Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces mas”. Jesús le contestó: “hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

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