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Etiquetas: oración del jueves,oración

Oración Comunitaria 22/08/2013

Escuela de Oración: Inmersión.

Cuando estás enamorado, parece que el rostro del amado está ante ti mientras conduces, mientras escribes, mientras estás contratando un seguro… De un modo u otro, podemos englobar estas dos realidades: el rostro del amado y lo que estamos haciendo. Eso es la oración.  (Catherine de Hueck Doherty)

Nos han dicho durante tanto tiempo que el mundo está formado por dos planos distintos: tierra y cielo, lo material y lo espiritual, lo racional y lo místico, que hemos llegado a creérnoslo. Lo interesante es que en lo más profundo de nuestro interior sabemos que esa división tan clara no se da, sencillamente.

Después de la muerte de un progenitor, por ejemplo, cuando va pasando el tiempo y reduciéndose el shock inicial de la pérdida, empezamos a oír su voz de nuevo. “Cada vez que hago eso, escucho a mi madre diciéndome que sea sensato”, decimos con una especie de serena sonrisa. Bromeamos al respecto; nos reímos de nosotros mismos a propósito de ello. Pero sabemos que es verdad. Vivimos en dos clases distintas de mundo –el místico y el material, el físico y el real-, pero también sabemos que el solapamiento entre ellos es verdadero, es real.

El propósito de la oración es introducirnos cada vez más `profundamente en el centro de la intersección entre ambas clases de mundo. No estar plenamente presente en el maridaje entre lo místico y lo material puede derivar en un desequilibrio  psicológico.

La oración proporciona la conciencia que lleva a la inmersión en la realidad a la que apunta. Nos habla de ideales más elevados, de otro ámbito de existencia más allá del éxito, la riqueza o el poder. Nos sitúa cara a cara con el propósito de la creación, con los fundamentos de la vida verdaderamente desarrollada.

La oración es el recuerdo del Amado, el filtro, el velo a través del cual comenzamos a ver toda la realidad, toda la vida, todas las decisiones, todos los propósitos…

Para llegar a la inmersión en Dios, debemos llegar a la inmersión en la oración. Debemos sumirnos en los pensamientos acerca del Dios interior, el Dios que nos llama a salir de nosotros mismos e ir más allá y, al mismo tiempo, a profundizar cada vez más para conectar con la verdadera esencia de la Vida.

La oración nos dice que en la vida hay más que lo que ésta nos muestra en su superficie. Hay un amor eterno que dura más que la pasión momentánea. Hay preguntas sobre el sentido de la vida que reemplazan el deseo de saciarse meramente con ella. Hay una ardiente conciencia de que toda vida, mi vida, tiene un propósito que va más allá del mero vivir y que solo puede comprenderse yendo más allá de ella.

La Escritura dice claramente que Jesús se apareció después de la resurrección a muchas personas que lo habían seguido. Pero si es así, entonces, ¿por qué, después de años de inmersión en él, no se hace presente ya a la parte más profunda de nuestro corazón?

Oh Dios, fuérzanos a llegar allí donde nos esperas en el silencio. Con Francisco decimos: Oh, Alto y Glorioso Dios…

Lectura A.T.: Salmo 145

Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar; exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.

Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente,  que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos.  El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad

Noticia: Caos sin salida en Egipto

En 1989, un chino se pu­so de­lan­te de un tan­que de su Ejér­ci­to. La ima­gen, gra­ba­da por el cá­ma­ra de TVE Juan Res­tre­po, dio la vuel­ta al mun­do. Que­dó pa­ra la his­to­ria del me­jor pe­rio­dis­mo grá­fi­co, aun­que aque­lla me­mo­ra­ble se­cuen­cia no sir­vie­ra pa­ra cam­biar la His­to­ria. El blin­da­do rec­ti­fi­có su cur­so, sí, pe­ro el ré­gi­men aplas­tó a los ma­ni­fes­tan­tes de Tia­nan­men de ma­ne­ra bru­tal, cri­mi­nal, sin pie­dad, anó­ni­ma­men­te, por­que na­die su­po, ja­más, có­mo se lla­ma­ba aquel chino va­lien­te.

Hace unos días, un egip­cio se pu­so de­lan­te de un tan­que de su Ejér­ci­to. El blin­da­do ni se in­mu­tó. Un sol­da­do acri­bi­lló al va­lien­te que ar­ma­do con sus bra­zos abier­tos y un go­rro in­ten­tó re­pe­tir, pe­ro en Egip­to, lo que pa­só en Pe­kín ha­ce 24 años. El ré­gi­men aplas­ta a sus com­pa­trio­tas a lo bes­tia, anó­ni­ma­men­te.

El caos en Egip­to no mues­tra sa­li­da al­gu­na. Los Her­ma­nos Mu­sul­ma­nes ga­na­ron y arrui­na­ron el país; el Ejér­ci­to y el «sta­blish­ment» se le­van­ta­ron, pe­ro en Egip­to es tal el desas­tre que no hay ni bue­nos ni ma­los. Esa es la gran di­fe­ren­cia.

El gran Egip­to se hun­de sin re­me­dio. Ni tu­ris­mo, ni pe­tró­leo, a es­te pa­so sin pea­je del ca­nal y con ce­ro po­si­bi­li­da­des de in­ter­ven­ción. A ver quién es el gua­po que me­te allí ma­ri­nes, le­gio­na­rios o pa­ra­cai­dis­tas.

Un ré­gi­men aplas­tan­te re­pi­te la his­to­ria; lo que no se re­pi­tió fue la ima­gen del tan­que de Tia­nan­men. Al egip­cio de an­te­ayer, lo acri­bi­lla­ron de ma­ne­ra bru­tal, cri­mi­nal, sin pie­dad, anó­ni­ma­men­te por­que tam­po­co sa­bre­mos, ja­más, có­mo se lla­ma­ba.

Evangelio: Mt 19, 16-22

En esto se le acercó uno y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» «¿Cuáles?» -le dice él. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?» Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego sígueme.» Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.

Peticiones.

Acción de Gracias.

Padrenuestro.

Salida.

Oh Dios, ayúdanos a salir de nosotros mismos e ir más allá, para poder anunciar al mundo la Buena Nueva. Con Francisco te alabamos diciendo: Te adoramos, Señor Jesucristo,…