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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 17/06/2010

Escuela de oración:

El fruto del silencio es la oración
El fruto de la oración es la fe
El fruto de la fe es el amor
El fruto del amor es el servicio
El fruto del servicio es la paz

El Corazón de Jesús está llamando a los que quiere

Primera Lectura: Salmo de la misión.

Nos pusiste, Señor, en esta tierra,
como luz, como hoguera abrasadora
a nosotros que apenas mantenemos
encendida la fe de nuestras lámparas.

Nos dejaste, Señor, como testigos,
como anuncio brillante entre la gente,
a nosotros, tu pueblo vacilante,
tus amigos de lengua temblorosa.

No te oirán si nosotros nos callamos,
si tus hijos te apartan de sus labios.
No verán el fulgor de tu presencia,
si tus fieles te ocultan con sus sombras.

¡Ay de aquel que no siembra a manos 1lenas!
El que guarda en su pecho tus regalos,
el que deja a los ciegos con su noche
y no da de comer a los hambrientos.

¡Ay de aquel que no grita tu evangelio!
El que calla detrás de sus temores,
el que busca tan sólo los negocios,
olvidando dar vida a tu mensaje.

Fortalece, Señor, nuestra flaqueza.
Que tus siervos anuncien tu Palabra;
que resuene tu voz en nuestra boca;
que tu luz resplandezca en nuestras vidas.

Tu Espíritu, Señor, mueve nuestras montañas;
Tu Espíritu, Señor; Sacará tu agua. de nuestros desiertos.
Él será nuestra fuerza y apoyo.
Por Él y en Él, Señor, nos la jugamos definitivamente.

Noticia: Experiencia misionera laica.

Empecé como voluntario de las Misioneras de la Caridad al principio de 1994, después de haber visto por televisión los horrores de Ruanda y Somalia. Mi esposa se encontraba fuera, de viaje de negocios, de modo que estaba sólo y no tenía nada que hacer. Mientras estaba viendo las noticias me dije “¡Dios, debe de haber tanto por hacer, tantos lugares y tantos que atender…! Alguien tendría que ir a ponerle remedio” y a la que me quise dar cuenta ya estaba pensando: “Y tu aquí sentado… así que ¡haz algo o cállate la boca!” y en ese instante decidí que averiguaría si había alguna organización que pudiera aprovechar mi falta de talento, por que no tengo ningún tipo de preparación en especial. Primero trabaje con las hermanas Carmelitas de Washington dos noches por semana en un albergue para mujeres, en su mayoría drogadictas, alcohólicas, exprostitutas, y gente recién salida de la cárcel. Era un sitio peligroso, pero aprendí mucho de la gente sin hogar. Lo cierto es que tenemos tendencia a mirarlos como si fueran de otro planeta y nunca se nos pasa por la cabeza agacharnos y hablarles, por que tememos que sean violentos o desequilibrados mentales. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que esa es una minoría, y que la mayoría son tranquilos y afables, gente a los que algo se le ha torcido en la vida. Mas que peligrosos era gente en peligro, vulnerable.


Cuando la madre paso por Washington, hará unos años, recuerdo que una recepción de congresistas en el Capitolio, un senador le dijo: “Madre, esta llevando a cabo una tarea maravillosa.” Y ella repuso: “es la tarea de Dios” “Pero en un lugar con tantos problemas como la India – prosiguió él- ¿cómo se las arreglara para salir victoriosa? ¿No es inútil intentarlo?” y la madre replico: “bueno, Senador, no siempre estamos destinados a salir victoriosos, pero si a tener fe.” Su respuesta me llego verdaderamente al alma.


Así que, cuando nos vinimos a Europa me dirigí a las Hermanas Misioneras de la Caridad. Me ofrecieron un trabajo como voluntario en Londres y ya no me he movido de ahí desde entonces. Estoy encantado de estar aquí por las mañanas: a mi también me sorprende, pero es la pura verdad. Me digo: “¡Gracias Dios y manos a la obra!, y siempre estoy contento de empezar el día, no como en otros trabajos que he tenido que me daban dinero, pero con los que nunca me sentía satisfecho. Lo que hago aquí es compatible con lo que pienso en mi fuero interno, no hay ningún conflicto entre sentir, pensar y hacer.

Evangelio: Mateo 6, 7-15.

7 Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
9 «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
10 venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
11 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
13 y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
14 «Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas

Peticiones / Acciones de gracias.


Padrenuestro.

Salida.