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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 27/05/2010


Escuela de oración.


Espíritu Santo, por tu soplo todos los seres humanos han recibido la vida; bajo tu inspiración los profetas dieron testimonio de la Palabra de Dios; tú has preparado a la Virgen María para que fuera la madre del Señor; tú has descendido sobre Jesús el día de su bautismo; tú has conducido a Cristo al desierto, tú le has asistido en su proclamación del Reino; Cristo nos ha prometido que tú estarás siempre con nosotros y en nosotros; tú has descendido sobre los apóstoles para reunirlos en una comunión nueva, la Iglesia; por ti hemos nacido a la vida de hijos de Dios; tú haces de nosotros un signo vivo de la presencia de Dios; tú rezas dentro de nosotros.

Jesús, tú has enviado a los apóstoles a anunciar la Buena Noticia hasta los confines de la tierra. Que el Espíritu Santo nos haga testigos de tu amor.

Con Francisco comenzamos: ¡Oh alto y glorioso Dios!...


Primera Lectura:
Ezequiel 36, 23b, 26-28


Las naciones sabrán que yo soy el Señor
- palabra del Señor -
cuando yo, por medio de vosotros,
manifieste mi santidad a la vista de ellos. (…)

Yo os daré un corazón nuevo,
infundiré en vosotros un espíritu nuevo,
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra
y os daré un corazón de carne.

Infundiré mi espíritu en vosotros
y haré que os conduzcáis según mis preceptos
y observéis y practiquéis mis normas.

Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres.
Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.


Noticia: “MI PRIMER ALMA” (Ana Isabel G.G.) Enfermera

Cada día de trabajo era algo nuevo y especial para mí y nunca perdía aquella ilusión del primer día.

Desde el verano pasado habían sido muchas las unidades que había recorrido: el primer día estuve en una de las unidades de Rehabilitación en donde aprendí muchísimo sobre el seguimiento del paciente y la importancia de impulsarle a colaborar en su autocuidado. Mi supervisora me comentó la posibilidad de ir a la unidad de Psiquiatría, donde comprendí un poco más de la mente y lo poderosa que resulta ante lo insignificante que es el cuerpo. Aquel lugar, lleno de personas sufriendo de esquizofrenia y trastornos bipolares, me hizo ver que la realidad es relativa y que casi todo está en nuestra mente.

En diciembre, comenzaban mis nuevas suplencias en aquel ya tan querido hospital. Esta vez mi supervisora accedió a ponerme en un servicio de pacientes en estado “vegetativo”. Mi primer día fue fascinante y además de aprender muchísimas técnicas, aprendí también lo bonito que era llegar a la habitación y sentir, con aquellos que su patología aún lo permitía, que tras aquella persona unida a una máquina para seguir viviendo, unos ojos te miraban y brillaban cuando sonreías y te daban las gracias cuando les deseabas buenas noches. Nunca he cogido tanto cariño a un paciente como a “mis chicos” de esa unidad. Son los que menos hablan pero con ellos he tenido las conversaciones más bonitas y largas de mi vida.

Era Semana Santa cuando la supervisora me informó que debía ir a la Unidad de Cuidados Paliativos. En el momento de comunicármelo me alegré mucho, pues es donde los cuidados enfermeros son máximos, pero al mismo tiempo, un escalofrío envolvió mi cuerpo, pues era probable que alguno de los pacientes, aún desconocidos para mí, abandonara el mundo aquella noche.

Mi compañera me contó el parte y comenzó a contarme la situación de le paciente de la habitación 40. Se trataba de una señora de 72 años, con cáncer de recto y que había sido ingresada en el hospital para control de síntomas. Estaba acompaña de sus dos hijos. También me comentó que estaba iniciando la fase de agonía y que lo importante era que los síntomas estuvieran controlados y no tuviera dolor.

Un miedo enorme invadió mi cuerpo, pero reuní la suficiente fuerza para entrar a la habitación y contemplar por primera a la que tal vez sería “mi primer alma”.

Observé detalladamente a aquella señora, respiraba tranquila aunque con estertores. Los hijos le miraban con la mirada perdida sin nada de esperanza. Me senté a su lado y la tomé de al mano, aún respondía a estímulos. Me presenté como su enfermera y le dije que estaría con ella y con sus hijos, allí toda la noche. Mis visitas a la habitación fueron cada media hora. Me preocupaba tanto de sus síntomas como de la comodidad de sus acompañantes.

Pronto comenzó a empeorar. Comencé la aplicación de morfina y otros medicamentos pautados por el médico, con lo que conseguí calmar su dolor, pero la paciente poco a poco se alejaba de nosotros. Intenté volver a hablar con ella, pero no reaccionaba a estímulos. Allí sentada junto a sus hijos, junto a su cama, pasé parte de la noche. Por fuera me mostré serena, pero mi interior gritaba de desesperación al verme inútil por no poder hacer nada por ella.

Finalmente abandoné la habitación, les dejé solos. Ellos sabían que debían despedirse. Al salir oí un susurro que decía “gracias”. Sus hijos le tomaban de la mano y me agradecían el hecho de haberla ayudado a morir en paz. Caminé hasta el control de enfermería y yo también susurré “gracias”, porque era aquella familia, aquella paciente, los que realmente me habían graduado como enfermera.

Espero que tras muchos años ejerciendo, siga viviendo la muerte como esta primera vez; como el adiós de una persona y no como la mecánica de unas simples técnicas.


Evangelio:
Jn 14, 15-18

Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos. Y yo pediré al Padre que os envíe otro defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con vosotros. Los que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él está con vosotros y permanecerá siempre en vosotros.
No voy a dejaros abandonados: volveré para estar con vosotros.


Peticiones / Acciones de gracias.
Padrenuestro.

Salida.

…Si la Eucaristía anima nuestra vida y nos fortalece como fraternidad franciscana para vivir una pasión por el Reino y en cercanía a los pequeños, quiere decir que tendremos que narrar nuestra historia personal de Amor a otros que comparten camino con nosotros; a los catequistas, animadores, educadores, amigos de Francisco y Clara, a la amplia familia franciscana, con inter-comunicación de familias religiosas y al servicio de la parcela eclesial donde nos movemos, vivimos y existimos (Cfr. Hech. 17)…

Te adoramos Señor Jesucristo…