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Etiquetas: oración del jueves,oración

Oración Comunitaria 18/07/2013

Escuela de Oración: Bendición.

Seguimos con las actitudes en la oración. Hoy nos centramos en la BENDICIÓN

Dice Kahlil Gibran: Ora en la angustia y la necesidad. Ojalá sepas orar también en la plenitud de tu alegría y en los días de la abundancia

La vida no tiene por qué ser una carga. La vida no es un problema que haya que resolver, sino una bendición que hay que celebrar.

Todas las dimensiones de la vida, sus ganancias y sus pérdidas, son motivo de celebración, porque cada una de ellas nos acerca más a la sabiduría y la plenitud del conocimiento.

De todos y cada uno de los momentos de la vida aprendemos algo que nos hace estar más vivos, porque ahora sabemos más que antes. La pérdida y la soledad, la oscuridad y la depresión abrasan el alma, purificándola de su autosuficiencia. El sufrimiento orienta hacia el Dios de la vida.

Pero también la gratificación y la belleza y la abundancia, que nos hacen saborear de antemano la plenitud y son manifestaciones palpables de la bondad de Dios en nuestra vida. Se trata de cosas que surgen espontáneamente. No son signo ni de nuestro pecado ni de nuestra pobreza, sino, simplemente, de que el Dios de la vida es un Dios vivo y amoroso.

Aprender a celebrar el gozo es una de las grandes prácticas de la vida espiritual que confirman nuestra confianza en Dios, afirman la grandeza de la creación, ratifican nuestra dependencia de Dios, atestiguan la belleza del presente, afirman nuestra confianza en la belleza del futuro y reconocen la misericordia y el amor de Dios.

Al celebrar cada año nuestro cumpleaños y el de nuestros seres queridos, se nos invita a recordar el don de la vida. Nos tomamos tiempo para preguntarnos qué hemos hecho con nuestra vida, qué hemos hecho por los demás con nuestra vida. Y vemos de nuevo el potencial de cada vida que hay en el mundo.

Cuando celebramos las cosas buenas de la vida, las retrotraemos hasta el Creador, que da sin mérito alguno por nuestra parte, magnánimamente, por la bondad misma de la hermandad, el amor y el apoyo mutuo, que son, por naturaleza, el fundamento mismo de la condición humana.

El gozo nos proporciona fuerzas para afrontar lo desconocido. Nos guía en el vacío de la vida con esperanza en el Dios de las sorpresas y con una sonrisa en nuestro rostro.

Como guiaste a Francisco para quien toda criatura era bendición de Dios y gozaba  con la sorpresa de la vida, comenzamos cantando “ Oh Alto y Glorioso Dios…”

Lectura A.T.: Salmo 19

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona
la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe,
a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Noticia: Los jó­ve­nes que ha­cen vo­lun­ta­ria­do me­jo­ran su ac­ti­tud con la fa­mi­lia

Des­de que Es­pa­ña se sin­tie­ra azo­ta­da por los efec­tos de la cri­sis ha sa­li­do a re­lu­cir, más que nun­ca, que los es­pa­ño­les so­mos ciu­da­da­nos muy so­li­da­rios. Más de cin­co mi­llo­nes de per­so­nas rea­li­zan vo­lun­ta­ria­do en nues­tro país. Pe­se a es­ta reali­dad, to­da­vía nos que­da ca­mino por re­co­rrer. Las es­ta­dís­ti­cas ase­gu­ran que los Paí­ses Ba­jos es­tán a la ca­be­za, con un 54% de la po­bla­ción que rea­li­za la­bo­res de vo­lun­ta­ria­do, fren­te a Gre­cia, don­de el por­cen­ta­je descien­de al 13%, mien­tras que Es­pa­ña es­tá en el 23%.

Lo que sí se apre­cia es que los jó­ve­nes, a par­tir de los 16 años, se in­tere­san más por par­ti­ci­par, so­bre to­do du­ran­te sus va­ca­cio­nes. En vez de es­tar en ca­sa, des­can­san­do, en la pis­ci­na, la pla­ya, con sus ami­gos, o al­gu­nos ha­cien­do el bo­te­llón, de­ci­den im­pli­car­se en una cau­sa so­li­da­ria. «En es­tas fe­chas es cuan­do más jó­ve­nes nos lla­man pa­ra ofre­cer­se co­mo vo­lun­ta­rios —ase­gu­ra Lu­ciano Po­ya­to, pre­si­den­te de la Pla­ta­for­ma del Vo­lun­ta­ria­do de Es­pa­ña—. Des­de 2011 he­mos no­ta­do un in­cre­men­to de un 7% en el nú­me­ro de jó­ve­nes par­ti­ci­pan­tes y es­te año es­pe­ra­mos un ré­cord de par­ti­ci­pa­ción».

En la mis­ma lí­nea se ma­ni­fies­ta Car­men Par­do, di­rec­to­ra de la Fun­da­ción De­por­te y De­sa­fío, quien ase­gu­ra que en los cam­pa­men­tos de ve­rano in­ten­si­vo es don­de se per­ci­be el ma­yor inte­rés de los jó­ve­nes. «De los 500 co­la­bo­ra­do­res que te­ne­mos al año, el 75% son me­no­res de 25 años. Se han con­ver­ti­do en uno de nues­tros re­cur­sos más va­lio­sos, sin ellos no se po­drían lle­var a ca­bo mu­chas de las ac­ti­vi­da­des plan­tea­das. Tie­nen un gran po­ten­cial que hay que sa­ber apro­ve­char. Lle­gan al con­ven­ci­mien­to de que fi­jar­se ob­je­ti­vos y me­tas les ha­rá al­can­zar sus idea­les y mol­dea­rá su fu­tu­ro per­so­nal y pro­fe­sio­nal». En­tre las cau­sas de es­te in­te­rés cre­cien­te, Lu­ciano Po­ya­to des­ta­ca que a pe­sar de la creen­cia ge­ne­ra­li­za­da de que los jó­ve­nes «son irres­pon­sa­bles e in­ma­du­ros, en reali­dad es­tán de­mos­tran­do que se in­tere­san por las in­for­ma­cio­nes que re­ci­ben y ac­túan pa­ra cam­biar una du­ra reali­dad que vi­ven mu­chas per­so­nas. De he­cho, la ma­yor fran­ja de vo­lun­ta­rios por eda­des se en­cuen­tra en­tre los 18 y los 35 años». En su opi­nión, el vo­lun­ta­ria­do les pro­du­ce una «re­vo­lu­ción de cam­bio per­so­nal». Ex­pli­ca que cuan­do es­tos jó­ve­nes atien­den a otras per­so­nas se en­fren­tan a una reali­dad di­fí­cil y per­ci­ben el es­fuer­zo de los dis­tin­tos co­lec­ti­vos por su­pe­rar­se. «Al ayu­dar a los de­más, se sien­ten res­pon­sa­bles, se les abre la men­te y les en­ri­que­ce de ma­ne­ra muy per­so­nal», aña­de Car­men Par­do. Tam­bién re­cal­ca que es­tas ac­cio­nes fo­men­tan la co­mu­ni­ca­ción con los de­más, les trans­mi­ten men­sa­jes po­si­ti­vos, de ánimo, y les ayu­dan a dar­se cuen­ta de que no es­tán so­los. Se des­cu­bren a sí mis­mos y ven que son ca­pa­ces de pla­ni­fi­car, bus­car so­lu­cio­nes, con­se­guir me­tas; y si a es­ta edad se sien­ten per­di­dos, ocu­pan su tiem­po y se sien­ten lle­nos...«La ad­qui­si­ción de va­lo­res co­mo la res­pon­sa­bi­li­dad, sa­ber es­cu­char a los de­más, res­pe­tar opi­nio­nes, de­fen­der las su­yas, tra­ba­jar en equi­po, etc., tam­bién les ayu­da, sin du­da, pos­te­rior­men­te. Cuan­do re­gre­san a su do­mi­ci­lio lo ha­cen con una ac­ti­tud muy po­si­ti­va que favo­re­ce las re­la­cio­nes fa­mi­lia­res, so­bre to­do en lo que se re­fie­re a la co­mu­ni­ca­ción con pa­dres y her­ma­nos, a sa­ber ex­pre­sar sus emo­cio­nes y es­cu­char a los de­más», ase­gu­ra el pre­si­den­te de la Pla­ta­for­ma del Vo­lun­ta­ria­do de Es­pa­ña. 

Ja­vier Font, pre­si­den­te de Fam­ma-Co­cem­fe, con­si­de­ra que es­tos jó­ve­nes son muy va­lien­tes «por­que no es sen­ci­llo, si no se ha te­ni­do con­tac­to con la dis­ca­pa­ci­dad, tra­tar a es­tas per­so­nas, co­no­cer sus di­fi­cul­ta­des y ha­cer­les fren­te jun­tos. Mu­chos de los afec­ta­dos —pro­si­gue— pro­vie­nen de fa­mi­lias deses­truc­tu­ra­das, pre­ci­sa­men­te por las dispu­tas que se ge­ne­ran en la pa­re­ja por no sa­ber afron­tar la dis­ca­pa­ci­dad del hi­jo y cul­par­se de que uno se ocu­pa más que el otro. Los jó­ve­nes vo­lun­ta­rios re­fle­xio­nan so­bre sus pro- pias vi­das y apre­cian más el va­lor y el pa­pel de la fa­mi­lia y que es­té uni­da».

«Ade­más —aña­de Car­men Par­do— de­jan de ser tan egoís­tas. Si a es­tas eda­des los jó­ve­nes se ca­rac­te­ri­zan por pen­sar en ellos, con su ha­bi­tual “yo, yo y, des­pués, yo”, con el vo­lun­ta­ria­do de­jan que sean otros los que ten­gan el pro­ta­go­nis­mo. Tam­bién de­jan de que­jar­se tan­to a sus pa­dres por­que se dan cuen­ta de que hay per­so­nas que son­ríen e in­ten­tan ser fe­li­ces con mu­cho me­nos y en si­tua­cio­nes ver­da­de­ra­men­te com­pli­ca­das».

Evangelio: Mc 4, 26-29

El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha".

Peticiones.

Acción de Gracias.


Padrenuestro.


Salida.

Concédenos, Dios del amor, la gracia de descubrir el gozo allí donde estemos y de celebrarlo siempre, que seamos capaces de bendecir lo bueno que nos ofreces en los hermanos y los dones que pones a nuestro servicio para compartirlo con los todos. Haz que seamos manos y pies para aquellos que lo necesitan y semilla que de fruto en la dificultad y en la rutina.

Con Francisco terminamos diciendo: “Te adoramos …”