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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 13/11/2008

Entrada
Vivimos una nueva semana en la que la crisis economica nos martillea en los oidos.Son muchas las personas que se ven afectadas en su dia a dia por este fenómeno nacido del deseo incontrolable de tener más y más. Y Dios nos dice que Él es el único bien que merece la pena. Porque es la esperanza a la que aferrarnos para creer que merece la pena luchar para que el mundo cambie. Para cambiar nosotros.

Salmo 16, 1-8

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien, no hay nada superior a ti".
Ellos, en cambio, dicen a los dioses de la tierra: "Mis príncipes, sois toda mi alegría".
Multiplican sus ídolos y corren tras ellos, pero yo no les ofreceré sacrificios de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte!
Me ha tocado un lugar de delicias, estoy contento con mi herencia.
Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor: él está a mi lado, nunca vacilaré.


Noticia: Crecer o no crecer
¿Desaceleración? ¿Recesión? ¿Crisis consolidada? Los titulares de la prensa de los últimos meses han desatado la alarma sobre lo que algunos pensadores, economistas y ecologistas revolucionarios consideran un desastre anunciado. ¿Realmente nos hemos creído que es posible un crecimiento ilimitado en un mundo limitado? Ésta es la pregunta que los impulsores de este movimiento en auge, llamado decrecimiento, lanzan al aire al tiempo que responden con rotundidad: no es posible continuar creciendo a este ritmo porque no hay recursos naturales suficientes.

Desde el siglo XVIII, modificamos el paisaje, las ciudades cada vez son más grandes y crecen año a año. En el último siglo, la población se ha cuadruplicado y continúa creciendo, y con ello el consumo energético y de agua por persona. Científicos y decrecentistas nos alertan: Hemos sobrepasado la capacidad de carga de la Tierra. La teoría del decrecimiento se presenta como una alternativa, una tercera vía hacia un mundo más feliz, que va más allá del desarrollo sostenible, pero más que proponer una solución concreta pretende romper con la creencia arraigada de que el crecimiento económico aporta bienestar. La idea es que hoy no somos más ricos porque tengamos más coches, sino más pobres porque tenemos menos selva amazónica. La economía actual no puede sobrevivir sin dejar de crecer, de modo que cualquier desaceleración en el crecimiento supone un duro golpe a sus cimientos, ya que su buena salud pasa por continuar creciendo exponencialmente. Y no es cuestión de capitalismo o socialismo, ya que todos los modelos hasta ahora se han basado en el crecimiento, crecimiento que conduce a la enfermedad social llamada consumismo, que genera una avidez ilusoria y nos hace despreciar los objetos que tenemos aún válidos, pero no nuevos para desear los que no tenemos y que el mercado nos ofrece en bandeja, y que genera infelicidad con un índice cada vez mayor de suicidios, ansiedad, miedo y necesidad de protegerse. Un sistema que ha llegado a su propia contradicción, ¡La rueda gira cada vez más rápido sólo para mantenernos igual!

Por eso, para los decrecentistas, el objetivo es romper con la actual tendencia, ya que por este modelo surgen problemas como la pobreza. Algo está fallando cuando las acciones de una empresa suben al despedir masivamente a sus trabajadores o cuando las guerras aumentan el PIB de algunos países. ¿Cuál es la solución? El decrecimiento no se refiere a un crecimiento negativo del PIB, sino a una ausencia de crecimiento económico en favor de un aumento del bienestar, acompañado de una reducción demográfica. El lema es vivir mejor con menos... ¿pero cómo? Se trata de mantener cierto nivel de vida. Más lento, más pequeño, mejor. En todo caso, la transición hacia el decrecimiento no puede plantearse en términos económicos

Así pues, no existe un modelo definido, pero sí sugerencias de una sociedad futura basada en la cooperación, la eficiencia y el respeto a la naturaleza, donde la tecnología adecuada, como las energías renovables, nos permitirían mantener muchos de los hábitos de vida a los que estamos acostumbrados. El informe afirmaba que con la tecnología disponible es posible multiplicar por cuatro la eficiencia y aumentar el bienestar reduciendo a la mitad el consumo de los recursos y conservando el resto. No es cuestión de volver a las cavernas.
Asi surgen conceptos como el de negavatio, que consiste en invertir para hacer más eficiente el consumo energético en lugar de hacerlo para generar más energía, o el disvalor se refiere a las pérdidas que no se pueden calcular en términos económicos, como la imposibilidad de estimar el valor de los factores que aumentan el bienestar, como el tiempo libre. Los beneficios de este modelo serían tanto para la economía como para el medio ambiente.
El modelo en sí adopta la simplicidad como modo de vida, y este es el lema de varios de los movimientos que surgen paralelos al decrecimiento. Este estilo de vida supone trabajar menos y dedicar más tiempo al bienestar: a estar con amigos y familia, a comer despacio, a pasear y deleitarse. Se trata de cambiar el esquema de valores y el orden de prioridades en una sociedad en la que se dedica hasta diez veces más horas al trabajo que a los hijos.

Evangelio (Rom 5, 1-11)

Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

Salida:

Ante la grandeza de un Dios que nos quiere tal como somos, que entrega a su Hijo por nosotros, salvados por su cruz redentora, nos toca ahora cargar con nuestra cruz y salir a la vida a dar la vida por los demás. Nos unimos a Francisco y terminamos diciendo juntos:
Te adoramos, Seños Jesucristo…