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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 12/12/2019

ORACIÓN COMUNITARIA. 12 DE DICIEMBRE DE 2019 

ENTRADA
El Señor viene. No es mera visita, para luego marcharse o desaparecer. No viene para unas simples fiestas, ni para animarnos a consumir y repartir unos regalos. Viene a buscar al ser humano. Viene a despertarnos, a ponernos en vela para acceder a la luz del día, del amor, de la esperanza, de la verdad, de la justicia, del perdón, de la paz. Viene a llenarnos de su espíritu salvador. Viene a quedarse. Nosotros, esta tarde, hacemos una pausa en medio de tantas ocupaciones y tantas prisas. Que el Señor nos despierte y nos anime. Que el desencanto y la rutina no nos posean. Nos ponemos delante del Padre. Nos ponemos en sus manos. Le dejamos sitio en nuestro corazón, en nuestra vida. 

Con Francisco, decimos juntos: ¡Oh alto.. 

LECTURA DEL ANTIGUO TESTAMENTO: ISAÍAS 40, 27-31
¿Por qué te quejas? ¿Por qué dices: “El Señor no se da cuenta de mi situación; Dios no se interesa por mí”? ¿Acaso no lo sabes? ¿No lo has oído? El Señor, el Dios eterno, el creador del mundo entero, no se fatiga ni se cansa; su inteligencia es infinita. Él da fuerzas al cansado, y al débil le aumenta su vigor. Hasta los jóvenes pueden cansarse y fatigarse, hasta los más fuertes llegan a caer, pero los que confían en el Señor tendrán siempre nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse. 

NOTICIA:
No somos iguales ante el cambio climático. José María Vera. El País El cambio climático es una de las demostraciones más duras de la desigualdad ya que multiplica su impacto. Los países ricos contaminan más, mucho más y lo han hecho durante más tiempo. Hay un sexto de la población que es tan pobre, que apenas emite gases de efecto invernadero. Sin embargo, es esta población la que más sufre el impacto devastador del cambio climático. Y lo sufre ya, en forma de fenómenos climáticos extremos e imprevisibles que secan tierras, inundan casas y fuerzan a las familias a salir de su hogar habiéndolo perdido todo. El impacto en Europa o Estados Unidos se empieza a sentir y lo hará mucho más en los próximos años. El impacto en algunas regiones vulnerables desplaza al año a millones de personas, personas que deseaban seguir en sus casas. La población europea se verá afectada con dureza, pero mantenemos redes de protección que dan más opciones para resistir el impacto. Una familia de pastores nómadas de Etiopía no tiene nada. Cuando su ganado se muere de sed, solo pueden irse al campo de desplazados a depender de la ayuda humanitaria para vivir. Llevado al extremo, un “ultra rico” acostumbra a tener un nivel de consumo que le lleva a quemar un bosque al día en forma de emisiones. Si las cosas se ponen de verdad duras ante la emergencia climática, como es más que previsible, tendrá el dinero para migrar seguro a zonas menos afectadas, para acaparar los recursos naturales necesarios, para comprar comida o agua al precio que sea. Incluso para seguir emitiendo toneladas de CO2. Cuando una persona hace mal a otras y a sí misma, y lo hace de forma recurrente, lo normal es que tome dos medidas. La primera, dejar de hacerlo. O sea, frenar drásticamente las emisiones, una responsabilidad primera de los Gobiernos, pero también de cada ciudad, empresa, organización o persona. La segunda medida es reparar el daño causado. Si el daño aún tiene remedio, podrá aportar lo que sea necesario para permitir que la persona afectada se recupere y adapte a la situación. Si el daño es irreversible, solo queda indemnizar a las víctimas. Es lo justo, lo sabemos. Pues bien, los países desarrollados, no hacen ni lo uno ni lo otro. Quien hace daño sigue haciéndolo, no lo reconoce, no lo enmienda, no apoya a quien se ve afectado, ni indemniza a quien machacó. Y es que la desigualdad, también la climática, se basa en el poder y el privilegio. El poder de seguir emitiendo, el privilegio de no asumir las consecuencias de hacerlo. ¿Hasta cuándo? 

LECTURA DEL NUEVO TESTAMENTO: Filipenses 4, 4-7 

Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura sea conocida por todos. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
ORACIÓN COMPARTIDA
MAGNIFICAT:
En el corazón del Adviento, María se hace presente de una forma especial: es la mujer nueva, llena de gracia, escogida por Dios y con un sí total en su corazón. La discípula que acoge la Palabra, la abraza en su interior y nos enseña cómo esperar al Señor. Con ella, decimos juntos: Proclama mi alma... SALIDA Necesitamos tu luz, Señor: para iluminar nuestros rincones oscuros; para alumbrarnos en nuestra noche; para guiarnos cuando vagamos perdidos y sin rumbo; para aumentar nuestra fe; para sacar a la luz la verdad y borrar la falsedad y la mentira. Ponemos ante ti, Señor, todas nuestras cegueras, nuestras oscuridades, ignorancias, desviaciones. Ven, pronto, Señor. Con Francisco, terminamos diciendo: Te adoramos...