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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 23/05/2019

ESCUELA DE ORACIÓN:
Nos unimos esta tarde en la paz de la Capilla del Cristo de San Damián, para seguir a María en nuestro camino de Pascua. Queremos contagiarnos de la valentía que supusieron su confianza y su ternura. De la inteligencia sagaz que le hizo rendirse ante tanto amor sin entender, sólo sabiéndose hija amada y mirada por Dios Padre.
María comprendió que el Padre bondadoso nos conoce y espera. Al igual que el viñador espera de la higuera los frutos adecuados, el Evangelio cuenta como nos va a tratar en el crecimiento el agricultor sensato, realista y paciente (Lc 13,6-9):
• Sensato, porque solo nos pide lo que podemos dar sin especial esfuerzo. No se le pide a la higuera melones, lo que espera de nosotros es que cada uno según sus circunstancias haga lo que sea preciso, pero nunca esperará nada que supere nuestra capacidad.
• Realista, porque no se deja engañar. Cuando en tres años no ha dado fruto la higuera no valen las excusas, sino que hay que ponerse las pilas e iniciar de modo serio el proceso de conversión, de cuidado y vuelta al Señor.
• Paciente, porque ya ha esperado tres años y todavía está dispuesto a concedernos una nueva oportunidad para que demos el fruto adecuado de la conversión.

Con Francisco empezamos diciendo…

Éxodo 15, 19-21
Cuando los caballos del faraón, con sus carros y sus jinetes, entraron en el mar, Yahvé hizo que las aguas del mar volvieran sobre ellos; en cambio, los israelitas pasaron en seco por medio del mar. María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tamboril y todas las mujeres la seguían con tamboriles y danzando. Y María les entonaba: ‘Cantad a Yahvé, espléndida es su gloria, caballo y jinete arrojó en el mar’.

NOTICIA :
Gestos contra la xenofobia, 'ABC - Alfa y Omega ' - 2019-05-16 (M. M. L.)
Para la Iglesia, «salvar a la gente sigue siendo la prioridad». Con estas palabras del limosnero pontificio, el cardenal polaco Konrad Krajewski, se resumen una serie de simbólicos gestos (y más que gestos) con los que la Santa Sede ha hecho oír su voz en el debate migratorio que en gran medida está marcando los comicios europeos del próximo 26 de mayo. El más arriesgado y polémico de estos gestos estuvo protagonizado por el mismo Krajewski, quien el sábado decidió romper los precintos de la instalación eléctrica de un edificio romano ocupado por 450 personas –familias inmigrantes con 98 niños, además de un 30 % de sintecho italianos– para volver a conectar la corriente, una semana después de que la compañía eléctrica la hubiera cortado.
El limosnero del Papa había dado un ultimátum a la empresa para que reactivara el suministro, y al no cumplirlo esta actuó por su cuenta, implícitamente con el apoyo del Pontífice. Su atrevida decisión le ha valido duras críticas en diversos medios, y sobre todo por parte del vicepresidente del Gobierno italiano y ministro del Interior, Matteo Salvini.
El cardenal Krajewski cometió esta peculiar infracción, por la que está dispuesto a asumir su responsabilidad, poco después de visitar un campo de refugiados en la isla griega de Lesbos. Durante su visita, el 9 de mayo, entregó además a Cáritas, de parte del Papa, un donativo de 100.000 euros que se destinará a la atención de los inmigrantes y de los 70.000 solicitantes de asilo que hay en el país. Según explicó, el Papa lo envió a Lesbos «porque Europa ha olvidado un poco que hay tantos campos».
Ese mismo día, el propio Francisco plantó cara a la xenofobia desde Roma al saludar, en la sacristía de la basílica de San Juan de Letrán, a la familia Omerovic, de etnia gitana y religión musulmana. La familia, originaria de Bosnia y con doce hijos, había sufrido insultos racistas y amenazas mientras se trasladaban a una casa de protección oficial en las afueras de Roma, después de más de una década viviendo en campamentos a la intemperie. Algunos de los asaltantes amenazaron incluso con violar a una de sus hijas, de 2 años. Los «ciudadanos de segunda» son quienes «rechazan a la gente», clamó el Pontífice esa misma mañana, en un encuentro previamente programado con cerca de 500 gitanos.

EVANGELIO: Lucas 1: 39-45
“En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo y exclamó a gritos: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ‘¿De dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Porque apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, salto de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor “

SALIDA (Basado en el texto ‘María, el Magníficat realizado en ella’. Dolores Aleixandre)
Cuando la oración del Magnificat nos pone delante lo que Dios hizo en María, la «pascua» que realizó en ella, nos está invitando a mirarla no sólo como alguien sublime, celestial y maravilloso, sino, sobre todo, como aquella que nos revela nuestra propia identidad cristiana, como la hermana mayor que nos da la mano para arrastramos en su mismo camino.
- Nos llama a sentir la mirada de Dios que nos acoge como somos, en nuestra pequeñez, envolviéndonos en su gracia y su ternura.
- Nos enseña a esperar y dejarnos convencer de sus planes.
- Nos enseña a agradecer el regalo de la vida.
- Nos enseña a ver en los maestros que son los sencillos y los pequeños, la fortaleza silenciosa que brota tantas veces de los lugares de abajo, del mundo de los excluidos de donde parece que no podría surgir más que amargura o tristeza.
- Nos enseña a entender la dicha que termina con los momentos difíciles y la Cruz. Se adelanta a ver a los hambrientos ya saciados, a los humildes y abatidos exaltados, y a los ricos y poderosos despedidos con las manos vacías.
Por todo esto, rezar hoy el Magnificat tendría que implicar el dejarnos seducir por esa manera de ser y de vivir que fue la de María, y orientar nuestra vida en esa misma dirección

Terminamos juntos diciendo: ‘Proclama mi alma la grandeza del Señor…’