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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 11/04/2019

ORACION COMUNITARIA, 11 DE ABRIL DE 2019

Ambientación:
En el NT las curaciones son la expresión de la cercanía del reino de Dios, de la bendición definitiva de Dios creador que salva lo perdido y cura lo que está enfermo. Con la esperanza de hacer presente el Reino, aquí y ahora, el sábado celebramos la XXV edición del encuentro lúdico deportivo “Métele un Gol a la droga”. Haciéndonos solidarios con la asociación “Proyecto Hombre” que brinda apoyo para la rehabilitación de drogodependencias y otras adicciones. Tengamos presentes a estos hermanos que viven en dificultad y a las asociaciones y voluntarios que les ayudan a recuperar su dignidad, la vida. 

Con Francisco, comenzamos diciendo: “OH ALTO Y GLORIOSO DIOS…” 

Canto: Dejarme hacer (Or 31). 

Salmo 102
Bendice alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y ternura.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo:
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. 

Canto: Sin tu misericordia (Or 107) 

Noticia: “He decidido comenzar a vivir” Hay historias que, cuando las oyes, sientes como si te taladrasen el alma. En el Processing Deportation Center esas historias son el pan nuestro de cada día y uno solo puede escucharlas. Ellos me dicen que es suficiente, pero a mí se me hace poco. —¿Cómo estás, padrecito? —Bien, ¿y tú? Juan rompe a llorar. —No sé ni por qué vine a charlar contigo, supongo que necesitaba contar mi vida para liberarme de mis demonios. Me ha llamado mi suegra y me envió el recorte de un periódico de Ciudad Juárez. Asesinaron a mi mujer y a cuatro personas más acribillándolas en una pared. Es normal que termine así. Los dos nos enganchamos a la cocaína. Y por conseguir la droga se mata y se muere, padrecito. Yo no se qué decir, no me salen las palabras. —He asaltado poniendo un cuchillo en el cuello, he robado, me he ofrecido sexualmente a hombres…, pero lo que más me duele es que he apedreado a mi madre por negarse a darme dinero. La droga me volvió loco. Un día tocaron a mi puerta. Era la Policía. Cuando me esposaron di gracias a Dios por frenarme. Me trajeron al Processing y ahora me siento libre. No fueron fáciles los primeros días, pero poquito a poco he dejado de ser esclavo y me siento libre, aunque le parezca mentira. Me duele el daño que he ocasionado. Antes no me dolía. Me duelen mis hijos y quiero recuperarlos. Mientras muchos compañeros están inquietos y sienten una profunda frustración y tristeza, yo me siento en paz y feliz. Incluso leo la Biblia y me atrevo a pedirle a Dios perdón. No me importa si en México o en USA, pero he decidido comenzar a vivir. Le he pedido permiso para contar su historia usando un nombre ficticio. Me ha dicho que, si le puede servir a alguien, está de acuerdo. Insiste en que rece por él y le he dado mi palabra de que lo voy a hacer. También le pido yo a él una oración por mí. Me da un abrazo fuerte y se seca las lágrimas con la manga del uniforme naranja. Me asegura que le tratan bien y que, después del infierno vivido, este lugar es su Paraíso particular. Le pregunto si puedo hacer algo más. «¿Puede bendecirme?» Le doy la absolución. «El Dios en quien yo creo es misericordioso y no lleva cuentas del mal», le digo. Se agota nuestro tiempo. Debo dejar libre la sala para que otros detenidos puedan entrevistarse con familiares o abogados. Me pregunto si yo sería capaz de encontrar la libertad entre rejas. Mientras conduzco viene a mi memoria un pensamiento de Nelson Mandela: «Al salir por la puerta hacia mi libertad supe que, si no dejaba atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo un prisionero». Es lo que más deseo para Juan. 

Canto: Nada te turbe (Or 83 ) 

Evangelio: Lucas 17, 11-19.
Yendo Jesús de camino hacia Jerusalén, atravesaba Galilea y Samaría. Al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos, que se pararon a cierta distancia y alzando la voz, dijeron: —Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. Al verlos, les dijo: —Vayan a presentarse a los sacerdotes. Mientras iban, quedaron sanos. Uno de ellos, viéndose sano, volvió glori?cando a Dios en voz alta, y cayó a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Era samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: —¿No recobraron la salud los diez? ¿Y los otros nueve dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gloria a Dios, sino este extranjero? Y le dijo: —Ponte de pie y vete, tu fe te ha salvado. 

Canto: Confío (Or 19) 

Petición y acción de gracias. 

Padrenuestro 

Salida: Para el Señor siempre estamos a tiempo de comenzar de nuevo, para dejarnos modelar por Él, para rehacer aquello que no es pleno en nuestra existencia. Dios viene a liberarnos de la mediocridad, de la rutina repentina, y de la vida gris. Él llena de color nuestra existencia. 

Con Francisco terminamos diciendo: “Te adoramos …” 

Canto: No hay que temer (Or 85)