Nuevo Testamento: Lucas 1, 39-45
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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 19/05/2005

ORACIÓN 19/05/05

Antiguo Testamento: Isaias 60, 19-22

Noticia:
Escribo para dar cuenta de un hecho acaecido en las Barranquillas, mientras repartíamos bocatas a los drogadictos, que me ha hecho ser más consciente de la vida. En el camino que lleva a este poblado, uno de los drogadictos cayó desmayado con convulsiones y perdió el conocimiento. Mientras esperábamos al SAMUR, al que llamamos, fue recuperándose, y comenzó a llorar. El llanto atravesaba el dolor físico, y llegó a constituir un grito casi desesperado de un hombre que se sabe está en las últimas. Cualquiera que lo hubiera visto se habría conmovido hasta las cejas. Sin embargo, a medida que se recuperaba, le atendió la ambulancia y le dimos un café y un sándwich; parecía como si se hubiese olvidado de todo y, poco después, se fue directo a pillar algo de droga, como si tal cosa.
Es impresionante cómo el hombre de hoy pierde la conciencia de ese grito que le constituye, sobre todo cuando se ve necesitado, olvidando aquello que es lo más humano y más sagrado: el corazón y la exigencia de felicidad que todos tenemos. Existe una característica del hombre moderno de hoy que huye de este deseo, olvidándolo al minuto. Hanna Arendt lo llamaba la banalidad. Efectivamente, me di cuenta de que existe un mal más fuerte incluso que la droga que nos embarga a todos cotidianamente: la banalidad. Es un manto que cubre toda la realidad impidiendo al hombre acusar los impactos de lo que sucede actuando en consecuencia. La característica esencial del hombre de todos los tiempos ha sido preguntarse por el significado de lo que pasa, pregunta que salta en los momentos más dramáticos de la vida, como le pasó a nuestro amigo el drogadicto, o a nosotros ante la enfermedad o la muerte, el 11-M o la contradicción. Creo que a esto se le puede llamar nihilismo ligth, porque uno tira su experiencia del día a día a la basura, pero sin ser consciente de la consistencia que tiene la propia existencia, arrastrando hacia la nada el valor del trabajo, del dinero, de la familia, de los amigos.

Nuevo Testamento: Lucas 1, 39-45