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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 17/05/2018

INTRODUCCIÓN:
El Padre ha resucitado a Jesús, y Él nos muestra y comunica la fuerza de vida y amor del Espíritu. Como los apóstoles, nosotros sentimos miedo, incertidumbre, pero si no sentimos su presencia viva, no nos sentiremos enviados por el resucitado; no podremos anunciar su Buena Noticia. Sin su fuerza no seremos capaces de colaborar con Él abriendo siempre caminos al Reino de Dios.

Con Francisco oramos diciendo: “Oh alto y Glorioso Dios…”

SALMO responsorial 36
Encomienda tu camino al Señor, confía en Él, y Él actuará: hará tu justicia como el amanecer, tu derecho, como el mediodía.
La boca del justo expone la sabiduría, su lengua explica el derecho: porque lleva en el corazón la ley de su Dios, y sus pasos no vacilan.
El señor es quien salva a los justos, Él es su alcázar en el peligro; el Señor los protege y los libra, los libra de los malvados y los salva, porque se acogen a Él.

CANTO Y SILENCIO

NOTICIA:
Salir al encuentro de la vida, como resucitados, en la Galilea de hoy y de aquí:
Ahora nos toca salir al encuentro de los demás, a los caminos rodados, para vivir la realidad cotidiana desde las claves del Resucitado que todo lo «RE-CREA».
1. Salgamos al encuentro de las diócesis y parroquias, desde la clave de la fraternidad vivida y ofrecida, de dos en dos al menos. Visitemos grupos, asociaciones, comunidades religiosas… donde nos acompañemos mutuamente en misión compartida, ofrezcamos los dones particulares que hemos recibido, en nuestro caso con cortesía franciscana, y con una mirada limpia y corazón transparente.
2. Id a los encuentros de los amigos cercanos o lejanos, familiares y grupos sociales, donde se gestionan los afectos, las reflexiones y los sentimientos; acompañados por la palabra salvadora y ofreciendo lo que vivimos en nuestros pueblos, barrios,… trabajos… y misiones. Pateemos la calle para conocer la realidad, las personas, los problemas y los gozos, y ofrezcamos el compromiso de implicarnos con nuestra gente esparciendo las semillas de la esperanza.
3. Vayamos al encuentro de los pobres de pan y de vestido; pobres de acogida y escucha; pobres por la enfermedad, los achaques o la soledad; los sin techo, sin derechos, sin papeles…; y ofrezcamos las bienaventuranzas del Reino donde se sientan escuchados y cuidados, cariñosamente acogidos y recuperados en su dignidad.
4. Hagamos del asfalto lugares donde los niños jueguen en las plazas, los mayores paseen, los jóvenes se encuentren; las plantas se cuiden y las tierras se cultiven y siembren...; favorezcamos la justicia e igualdad para todos más allá de pueblos, culturas, etnias, religiones… y ofrezcamos un diálogo abierto interreligioso y ecuménico.
5. Seamos portadores de buenas noticias, de alegría compartida, de educación en los valores de la fraternidad y del amor –que todos entienden y necesitamos– cantando en el tono de la alegría Pascual y del aleluya del Evangelio. Cantemos con todas las criaturas y con S. Francisco de Asís: «Loado seas, mi Señor…, por el hermano sol…, la hermana luna y las estrellas…», y con el Papa Francisco, la «Laudato si’» del hombre del siglo XXI.
6. Iluminemos la noche, siendo candil y lámpara para el peregrino; centinelas de la noche; despertadores audaces para abrir nuevos caminos de paz y bien. Salgamos de nuestros lugares de confort y estemos con los que viven en «tierras ácidas»; seamos buen olor de Cristo, perfume del Espíritu, alegría para los pobres que viven en todo tipo de periferias y fronteras. Avancemos hacia la plenitud de ese pequeño grano de mostaza y la poquita levadura que levanta toda la masa, la sazona y la hace pan para alimentarnos y sostenernos como creyentes gozosos y apasionados.

CANTO Y SILENCIO:

LECTURA:
Si me amáis, guardareis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros. El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

CANTO Y SILENCIO

PETICIONES Y PADRE NUESTRO

SALIDA:

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO (de Juan XXIII)
Espíritu Santo, perfecciona la obra que Jesús comenzó en mí. Apura para mí el tiempo de una vida llena de tu Espíritu. Mortifica en mí la presunción natural. Quiero ser sencillo, lleno de amor de Dios y constantemente generoso. Que ninguna fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana. Que ningún interés, por descuido mío, vaya contra la justicia. Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor. Todo sea grande en mí. También el culto a la verdad y la prontitud en mi deber hasta la muerte. Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero.