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Etiquetas: oración del jueves

Oración Comunitaria 24/11/2016

Oración 24 de noviembre 2016

Exhortación apostólica Evangelii Gaudium
Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres, pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. […] Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz”. (Algunos desafíos del mundo actual [52-75]: No a la inequidad que genera violencia [59-60])
Hoy oramos por todas aquellas mujeres y niñas que sufren violencia sexual, son secuestradas, víctimas de esclavitud. Todos somos responsables de prevenir y poner fin a estas situaciones de pobreza y exclusión. Estamos llamados a destruir los estereotipos de género y las actitudes negativas, a hacer frente a los comportamientos violentos cuando los vemos. Debemos condenar todos los actos de violencia, cambiar la experiencia cotidiana de las mujeres y las niñas, poner fin a las actitudes y costumbres que alientan, ignoran o toleran la ignominia mundial que es la violencia contra las mujeres y las niñas.

¡Oh alto y glorioso Dios!...

Salmo 71, I-II
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Noticia.
Una cocinera nigeriana fue engañada por una organización que le prometió un trabajo similar en Europa. Cuando llegó se vio atrapada en una red de prostitución. Otra mujer, empleada de hogar, trabajó cinco años en Inglaterra durante 18 horas diarias. Solo libraba la hora de la Misa del domingo. Estas mujeres y otras víctimas de explotación sexual y laboral dieron su testimonio la semana pasada en Roma a los miembros del Grupo Santa Marta, impulsado por el Papa para tejer una red internacional que ponga fin a las esclavitudes modernas.
Miembros de la policía de países como Inglaterra, Nigeria, Europa del Este o España; religiosas; sacerdotes; obispos; representantes de ONG y varios cardenales se dieron cita en la Casina Pio IV para seguir dando pasos coordinados en la respuesta internacional a la trata. Monseñor Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria y responsable de la sección de Trata de la Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española fue uno de los participantes españoles en el encuentro. «En nuestro país, hay una colaboración excepcional entre la Iglesia y la Policía. Los resultados hablan solos: cada vez más se libera a más mujeres víctimas de trata». De hecho, «estamos dando los primeros pasos para reproducir el Grupo Santa Marta a nivel nacional. Hemos tenido un seminario en septiembre y tendremos más sesiones durante el curso». Aun así, «somos uno de los primeros países receptores de víctimas de explotación sexual, por lo que se necesitaría más voluntariado y que los políticos destinen más recursos a combatir esta esclavitud».
El Santo Padre recibió a los participantes, a quienes agradeció su empeño en la causa, «uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo», y animó a los presentes a seguir trabajando, ya que «el número de víctimas a nivel global lamentablemente crece cada año».

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 10:25-37
En esto se levantó un maestro de la ley y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Él respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo». Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».

Palabra del Señor.

Salida.
[…]Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores». ¡Nos hace tanto bien volver a Él cuando nos hemos perdido! Insisto una vez más: Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia.
(Índice, La alegría del Evangelio)

Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, …